sábado, 22 de enero de 2011

Día uno.

Le prometí a varias personas hacer esto. Nunca he tenido un blog, no sé cómo se supone que escriba: si debe convertirse en mi "Querido Diario" o si debería ser toda una cuestión seria de cómo se supone que el intercambio cambie mi vida, me haga crecer, me haga conocer mundo y todas esas cosas que la gente espera que uno logre cuando una decide irse por un tiempo a tierras lejanas... y frías, por cierto.

Llegué a Madrid y me topé con la sorpresa de que los sábados a las once de la mañana no hay nada abierto para comer, excepto una pequeña barra  en la Calle Barcelona. Allí, me comí la mejor tortilla española (Obviamente, si la tortilla se come en España es española, pero esos son otros temas filosóficos) y unas papas a la brava picantísimas, pero excelentes para superar el frío de 43 grados antes de dirigirme a casa de Lope de Vega en el Barrio de las Letras. Sí, el mismísimo.

El camino a casa de Lope de Vega es impresionante: la calle donde queda la casa/museo está ubicada en la Calle Cervantes, principal rival literario de Lope. Esta calle a cada cierto número de pasos tiene escrito en el piso alguna cita de algún texto importante de la literatura española:
¡Ah! ¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?


Podrá parecer tonto, pero lo más que me impresionó de la casa del Lope fue ver la habitación del "Capitán Alatriste", el personaje de Reverte. Era una habitación pequeña, en la que el Capián guardaba su capa y su espada, y de vez en cuando jugaba al ajedrez. Por alguna razón no fue hasta ese momento, en el que me encontré mirando la espada del Capitán Contreras (su nombre real), que me di cuenta: estoy en España.

1 comentario:

  1. ¡Excelente experiencia! El Bo. de las Letras es genial. Y si vas de noche se convierte en una bonita escena bohemia con cafecitos bien "turururu-ru-tut-tut".

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