martes, 31 de mayo de 2011

Día ciento trentitrés: Mi amigo

A Hagrid

Llevo días queriendo escribir esta historia, pero entre exámenes y seminarios no había tenido tiempo. Además, por alguna razón, no había podido organizar mis ideas de una manera lo suficientemente coherente como para contar algo que no necesariamente fue un suceso, sino más bien un sentimiento.

En el campamento hay un muchacho con el que entablé amistad porque sentía curiosidad por la situación política de Puerto Rico. Un día a la hora del almuerzo, nos sentamos a hablar de las semejanzas entre Galicia y Puerto Rico y llegamos al tema del Gasoducto. "No permitan que lo construyan, aquí en Galicia unos pocos intentamos resistir, pero no pudimos y ahora estamos cruzados de lado a lado por tubos de gas. Han acabado con todo, con nuestra ganadería y nuestros ríos.."

En otra ocasión, el  próximo alcalde de Compostela anunció el posible desalojo de la acampada. Mi amigo incrédulo, me dijo: "Desde que está el campamento, no he usado cocaína y hasta he disminuído las dósis de metadona. Esto me ha dado algo para vivir. Si esto se acaba, no sé qué hacer." Mi única reacción fue abrazarlo.

¿Qué se le puede decir a alguien así cuando todavía una no supera aquel día que nos tumbaron casi forzosamente nuestro campamento en Humanidades?

viernes, 20 de mayo de 2011

Día ciento veintidos: Bailando en Obradoiro (o la Democracia Real)

A los y las estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, quienes hace un año también exigían democracia y justicia.

Mientras en Puerto Rico se pasaban las últimas horas del día antes del Rapto, en Santiago de Compostela dos mil personas hacíamos un conteo hasta las 12 de la medianoche, hora en que la acampada se volvería oficialmente ilegal. Recibimos la llegada del fin de la legalidad cantando Nino Bravo abrazados los unos a los otros y gritándole al cielo, ese del cual bajarían los ángeles justicieros, que queríamos saber al fin lo que es la libertad. Del Nino pasamos a Serrat, del Serrat al Silvio y finalizó la hora de tensión con casi dos mil personas cantando Pedro Navaja, flamenco version.

El aire tenso se fue disipando, ya era más evidente nuestra sospecha: no habrá desalojo. La Praza do Obradoiro se llenó de repente de matress, sleeping bags y cartones, y todo el mundo dejó sus cosas tiradas para bailar. Llegaron los gaiteiros, las panderetas, los tambores y los acordeones. Bailamos todos juntos. De ser una manifestación, se convirtió en una fiesta de pueblo. Un deambulante tomó el micrófono y comenzó a cantar Sólo le pido a Dios, la gente se abrazó a él y lo seguían en su muy improvisada letra.

 Bailamos todos, bailamos todo. No nos conocíamos y bailábamos juntos. Se me acercaban y me preguntaban si yo era la puertorriqueña. Me abrazaban. Los abrazaba. No habíamos logrado nada, pero estábamos convencidos de una cosa: esta noche, éramos más. Éramos más fuertes. Llegaban noticias de Madrid, de Canarias, de Donosti, de Oviedo... No estábamos con ellos pero estábamos en lo mismo. Y la única y mejor forma en que podíamos expresar nuestra euforia y nuestra alegría, fue bailando.

Quizás, y comparto la crítica, este movimiento esté muy apolitizado. Quizás, aunque espero no sea así, después del domingo no pase nada. Pero quizás, y probablemente esta es la euforia y el cansancio hablando, todo esto ya ha valido la pena aunque sea porque por una noche fuimos más humanos, más hermanos... y nos temieron por ello.

martes, 17 de mayo de 2011

Día ciento dieciocho: El regreso de las dunas y ser ilegal en España

Luego de visitar las impresionantes dunas del Sáhara y pisar el terminal de Ryanair en el aeropuerto de Barajas, aún estaba comenzando mi viaje de regreso a Galicia: todavía restaban las ocho horas de viaje en tren a las que ya me he acostumbrado y francamente, de las que me he enamorado. Sin embargo, en el momento en el que llegué a la estación de Chamartín donde tomo el Talgo de camino a "casa", supe que este viaje sería diferente.

Me senté a esperar que las pantallas gigantes del vestíbulo anunciaran de qué vía partiría el tren y lo vi: acompañado por su corillo de alcahuetes y dos guardias privados, estaba Pepe Blanco, Ministro de Fomento y Vicesecretario General del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Muy rápidamente se lo llevaron a los andenes... la realidad del asunto es que no sé si iba en el mismo que yo, porque igual si así fuese el caso, no iría en clase turista.

Minutos después, ya montada en el tren, vi a dos muchachos grandes con pinta evidente de encubiertos. "Perseaera", pensé. Pero de repente vi cómo sacaron del vagón anterior mío a un señor asiático. Deduje inmediatamente que seguro el tipo había estado molestando a alguno de los pasajeros y seguí leyendo a la Luxemburgo... y llegaron.

Muy silenciosamente se acercaron a la muchacha que estaba al lado mío. Yo casi no podía escuchar lo que le decían e hice un gran esfuerzo por enterarme mientras los otros pasajeros continuaban leyendo tranquilamente sus periódicos o mirando por la ventana demasiado fijamente. Muy amablemente, casi con cariño, le pedían su documentación. Le preguntaban hacia dónde iba y a qué. Le hicieron diez preguntas más de las cuales no pude escuchar la mitad, y se fueron a la siguiente fila a hacer lo mismo con una pareja de rumanos. La muchacha dominicana se viró hacia la ventana y comenzó a llorar.

sábado, 7 de mayo de 2011

Día ciento nueve: Cuba y Puerto Rico en tierras de castillos moros

Sintra es un pueblo cerca de Lisboa donde hay unas ruinas impresionantísimas de un castillo para el tiempo en que Portugal era reinado por los moros. Es probablemente uno de esos sitios donde ni se te ocurre la posibilidad de encontrarte a nadie de tu lado del mundo y mucho menos un cubano que cuando te escuche hablar te grite: "Boricua! Coño, chica: Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas!", se acerque y te dé un abrazo.

jueves, 5 de mayo de 2011

Día ciento seis: El anarquismo y Rafael Hernández

Por esas cosas de la vida que luego una no sabe explicar cómo sucedieron, me encontraba en una barra frente a la Facultad de Filosofía con un corillo de anarquistas. Luego de haber cumplido con nuestro deber de hablar de las particularidades políticas tanto de Puerto Rico como de Galiza, ya comenzamos a conversar de cosas más livianas, como si fuésemos amigos de toda la vida. Yo les conté lo mucho que me gustaba la música de la Guerra Civil, y a ellos les parecía muy gracioso que me supiera la letra de canciones de Chicho Sánchez Ferlosio, un cantautor anarco español. A mí me pareció muy gracioso que conocieran todo el repertorio de Víctor Jara.

Seguimos conversando y de repente uno de ellos me interrumpió. Me interrumpió en no me acuerdo qué momento, sólo recuerdo que había dicho la palabra "boricua". Antes de yo poder contestar, ripostó otra: "Pues puertorriqueño..." como si fuera la cosa más normal del mundo. A mí me llamó mucho la atención, porque la realidad del asunto es que no hay ninguna relación léxica, gramatical o lingüística entre la palabra "boricua" y "puertorriqueño"

-Y tú cómo sabes eso?, pregunté.
-Pues porque a Puerto Rico le dicen Borinquen, no? 

Yo, aún sorprendida (créanme, es muy poco lo que se sabe de nuestra isla fuera de ella), le contesté:

-Pues sí, pero cómo lo sabes?
-Pues hombre, porque así le dice Rafael Hernández.
 -Quién es Rafael Hernández? 

Entiéndanme, cuando una anarquista del País Vasco que vive en Santiago de Compostela menciona el nombre "Rafael Hernández", lo menos que una piensa es en la siguiente contestación obvia:

-Pues Rafael Hernández, el que escribió "Sale loco de contento[...]"
 

 

domingo, 1 de mayo de 2011

Día ciento dos: A Internacional en Galego


"Para que nos devolvan o roubado,
para derrubar esta prisión,
batamos no lume sagrado,
ferreiros dun mundo mellor." 



Nos reunimos a las 12:30 en punto en la Praza Roxa unas 400 personas. Banderas rojas, banderas independentistas y consignas en gallego. Marchamos desde allí hasta la parte de atrás de la Catedral, donde tocaron la Internacional... en galego también, por supuesto. Fue emocionante.

De repente, un muchacho se me acerca y me pregunta si puede fotografiar mi camiseta. Luego de pensarlo dos veces, accedí. Mi camiseta decía: "Mujer. Presente y Combatiente." No pude evitar sentir un extraño sentimiento de melancolía... un día como hoy estaría con casi una docena de mujeres con la misma camiseta, con megáfono en mano, y cantando consignas al son de plena.

Vivan os traballadores e as traballadoras. Aqui e em todo o mundo.