Fui al Eroski, supermercado vasco de mi preferencia en Galicia, y decidí junto con una de mis amigas mexicanas comprar una paella que viene en bolsa por aquello de no gastar mucho dinero, y porque teníamos un hambre bestial. Por 1.80€ nos llevamos la aparentemente deliciosa dieta mediterránea en bolsa, en cuya ilustración mostraba hasta camaroncitos enteros. ¿Qué tan mala podía ser? Después de todo, decía: LISTO EN SÓLO 8 MINUTOS. Con esa promoción, debía ser toda una delicia.
Agregamos las tres cucharadas de aceite de oliva requeridas al sartén (acá en estos lares, se usa como si fuera agua de la pluma... y cuidao si es más barato), y servimos la llamada paella en él. Pero qué cosa más horrorosa.
Si tenía un solo camarón era mucho, en realidad no tenía ninguno. La compramos porque decía que era de mariscos, pero en realidad era más bien una paella de pitipuá. Y si por lo menos hubiera sabido a arroz con pitipuá, pero no sabía ni a arroz ni a aceite de oliva ni a nada. Sabía exactamente a nada.
Nuestro almuerzo de banquete de San Valentín se convirtió en jartarnos de jamón y Doritos sabor "Tex Mex", que según mi amiga, de "tex" tenía muy poco y de "mex" tenía mucho menos. Menos mal que al menos, el vino es más barato que la Coca Cola, y eso sí... siempre muy decente.