martes, 22 de febrero de 2011

Día treintiuno: Partiré canturreando

Hoy cumplí un mes fuera de Puerto Rico. En algunos momentos siento que ha pasado rapidísimo, pero usualmente, cuando cae la noche, me parece que llevo toda una vida fuera. Les confieso que hoy no fue un día fácil. La expectativa que me creó el saber que hoy se decidiría el futuro de la huelga de estudiantes de la Universidad de Puerto Rico no me dejó disfrutar mi cumplemés en Europa.

Estaba caminando por una de las calles adoquinadas de Santiago, y de repente escuché una guitarra. Saqué unos pocos sentímos y el señor que cantaba me preguntó el usual: "¿De dónde eres?" Al responderle, comenzó:

Sale loco de contento
con su cargamento
Para la ciudad, ¡ay!
Para la ciudad... 


Interrumpió súbitamente y me dijo: "Yo conocí a Tito Rodríguez en Caracas... ¿Conoces a Tito Rodríguez?" Como hija de mi padre y obligadamente aficionada al bolero, respondí afirmativamente.

Cuando ya no me quieras 
no me finjas cariño 
no me tengas piedad,  
compasión, ni temor...

Cuando terminó, le di las gracias, le di par de monedas más y me regresé a la residencia... canturreando.

lunes, 21 de febrero de 2011

Día treinta: Del Valle Inclán era un hijo de puta

La librería Follas Novas tiene tres pisos y queda camino a la Plaza Roja. Todos los días paso por la librería, entro, y no compro ningún libro. Hoy fui con la clara intención de por fin adquirir alguno, y por aquello de acordarme de mis compas queridas, agarré a Gioconda Belli luego de estar un rato tratando de decidirme entre Arturo Pérez Reverte y Mario Vargas Llosa. Ya habrá algún académico que grite que soy una bárbara, pero necesitaba una historia bonita y más cercana a mi realidad que la lluvia compostelana.

Cuando fui a pagar, el dueño de la librería, que estaba hablando con otro viejo gallego en su idioma natal, miró el libro y comenzó a comentarle a su amigo:
-Feminismo. Yo no soy feminista, yo soy mujeriego. Soy un gallego hijo de puta.
-Del Valle Inclán era el hijo de puta más grande que parió Santiago. Es que los grandes hombres son todos hijos de puta, como Maradona.
-Yo soy como el Ramón, no hay mujeres malas. Hay mujeres buenas y otras que están muy buenas. 

Yo, todavía con el dinero en la mano, los miraba con cara de pocos amigos, pero muy por dentro me reía muchísimo. "18 Euros", me dice el dueño de la librería. Cuando me entrega el cambio, su amigo me dice (en gallego, por cierto):
-Tú no eres española. Venezolana?
-Puertorriqueña. 
-Aún mejor.

El dueño de la librería, al ver la movida de su amigo intelectualoide, intervino (esta vez en castellano):
-No le hagas caso, es un gallego hijo de puta. 

jueves, 17 de febrero de 2011

Día veintisiete: Granizo y Plenas

Anoche hizo tanto frío acá en Santiago, que hubo una pequeña granizada. No cayeron pedazos de hielo gigantes, pero sí unos cantitos mezclados con lluvia. Al principio pensé que era nieve y me emocioné mucho, pero luego me di cuenta que se sentían como agujitas sobre mi cabeza. Al cabo de un rato, se podía observar en los carros una laminita de hielo, y las botas (¡Sí! ¡Compré unas botas!) sonaban con un "crrrac, crrrac" cada vez que pisaba.

Con todo y el frío, las niñas y yo salimos a pagar un viaje a Asturias del cual les contaré cuando lo haga. Una vez pago, fuimos a un local casi escondido acá en Santiago. Queda en un callejón tan angosto que se llama "Entremuros". El tipo de la barra, como se enteró que soy puertorriqueña, de momento le pide al otro tipo de la barra (es que yo nunca sé si decirles barténder, barista, o qué) que ponga algo de música.

¡Qué bonita bandera, qué bonita bandera
qué bonita bandera es la bandera puertorriqueña!

¡Más bonita se viera, más bonita se viera
más bonita se viera si los yanquis no la tuvieran!


Por supuesto, pegué un grito de sorpresa, lo que les causó mucha risa a los tipos de la barra. Luego, me gané un gran "¡Viva Puerto Rico libre!" con cierto acento gallego. Fueron correspondidos con un gran "¡y socialista!" con cierto acento boricua.

lunes, 14 de febrero de 2011

Día veinticuatro: Paella de freezer

Fui al Eroski, supermercado vasco de mi preferencia en Galicia, y decidí junto con una de mis amigas mexicanas comprar una paella que viene en bolsa por aquello de no gastar mucho dinero, y porque teníamos un hambre bestial. Por 1.80€ nos llevamos la aparentemente deliciosa dieta mediterránea en bolsa, en cuya ilustración mostraba hasta camaroncitos enteros. ¿Qué tan mala podía ser? Después de todo, decía: LISTO EN SÓLO 8 MINUTOS. Con esa promoción, debía ser toda una delicia.

Agregamos las tres cucharadas de aceite de oliva requeridas al sartén (acá en estos lares, se usa como si fuera agua de la pluma... y cuidao si es más barato), y servimos la llamada paella en él. Pero qué cosa más horrorosa.

Si tenía un solo camarón era mucho, en realidad no tenía ninguno. La compramos porque decía que era de mariscos, pero en realidad era más bien una paella de pitipuá. Y si por lo menos hubiera sabido a arroz con pitipuá, pero no sabía ni a arroz ni a aceite de oliva ni a nada. Sabía exactamente a nada.

Nuestro almuerzo de banquete de San Valentín se convirtió en jartarnos de jamón y Doritos sabor "Tex Mex", que según mi amiga, de "tex" tenía muy poco y de "mex" tenía mucho menos. Menos mal que al menos, el vino es más barato que la Coca Cola, y eso sí... siempre muy decente.

sábado, 12 de febrero de 2011

Día 22: De momias egipcias y puertorriqueñas

La gran noticia del día: renunció. Mubarak? No, De la Torre.

Buscando dónde habría un sitio para celebrar la salida del monumento egipcio (repito, De la Torre), terminé de repente en la Plaza Sol con los egipcios que viven en Madrid celebrando la salida de la momia (en este caso, Mubarak). Hacía tiempo que no observaba gente tan feliz que bailaba llorando. Al ritmo de instrumentos egipcios, cantaban consignas que en ocasiones podían ser en español:

Mubarak, cabrón
Mubarak, adiós!

Que viva la lucha 
del pueblo egipcio!

Entre medio de toda la multitud egipcia y madrileña que coreaba esos estribillos, se oían dos voces que a su vez gritaban:

De la Torre, cabrón
De la Torre, adiós!

Que viva la lucha
de la U-pe-erre!





sábado, 5 de febrero de 2011

Día dieciseis: en bici por Santiago City

En la resi nos prestan bicicletas para que paseemos por Santiago. Son viejas, no les funcionan los frenos y tampoco tienen el palito para apoyarlas (en buen español, el están). Sin embargo, hoy hizo un día tan bonito y tan soleado que salí con dos amigas mexicanas que he hecho acá a correr bici. Sin rumbo, sin saber a dónde íbamos.

Resulta que tomamos un tramito del Camino de Santiago. Muy pequeño, claro. Las cuestas estaban matadoras y las bicicletas en estado de coma. Fuera de la ciudad de Santiago hay una infinidad de paisajes rurales, de casitas que parecen que salieron de "El Señor de los Anillos" (con perdón) y riachuelos que bordean carreteritas de piedra por el cual pasan los peregrinos de camino a Finisterre, donde queman sus ropas cuando culminan el Camino.

Como no fuimos preparadas y no llevamos agua, decidimos virar por la ciudad e irnos a comer unas tapas o algo por el estilo. Llegamos a un restaurante familiar que era atendido por dos viejitos gallegos que no hablaban ni pizca de español. Con lo que entiendo de gallego gracias al portugués, le pedí una ración de entremeses mixtos (un sampler, gente) y quién sabe por qué razón nos trajo tres platos de lomo asado con papas fritas. Aparentemente, no entiendo tanto gallego como creía...